CAPITULO 4

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CAPITULO 4

Habían pasado casi dos días desde que la policía detuvo a Oswald y en ese tiempo ninguno

de los agentes que lo había estado interrogando logró sacar nada en claro del detenido. Hubo

diversas declaraciones por parte del detenido a cada cual más incoherente.

En una dijo claramente que sería recompensado por su valentía y le sería otorgada la medalla

del congreso, uno de los honores más grandes del país. También se recogió una en la que

afirmaba ser un “patsy”, término usado por la mafia para describir a alguien a quien se trata

de culpar por un crimen que no cometió. Hasta que al final de la tarde del día 23, llegó a

decir que él no había matado al presidente, que el presidente no se encontraba en Dallas

aquel día.

Frank y Peter estaban sentandos en la habitación que los detectives usaban para relajarse

cuando pasaban demasiadas horas en la comisaría investigando algún caso que exigía

demasiadas horas, como era este.

- Este tío no va a soltar prenda, no se a que espera el jefe para encerrarlo y tirar la llave.

-Dijo Peter-.

- Seguro que lo están presionando para ver si sacan algo en claro. –Respondió Frank dejando

una taza de café sobre la mesa-.

- Pues no se quien, porque hace dos días que no viene nadie del FBI a dar por saco.

–Soltó Peter-.

Ambos siguieron sentados inmersos en sus pensamientos, mientras esperaban órdenes de

Curry.

Cinco minutos después Curry entró en la sala, los dos detectives lo miraron sin moverse de

su sitio.

- Esta bien, este tío ya me esta tocando los huevos, ¿no sabéis la última?. – preguntó Curry?.

Los dos detectives siguieron inmóviles esperando a que el jefe les pusiera al tanto.

- Este cabrón, se ve perdido y acaba de decirle a Brown que todo eso del asesinato es una

patraña, que el tipo al que disparó no es el presidente de verdad y que todo ha sido una

trampa que le han tendido.

- ¿Y?, eso ya lo ha dicho antes –respondió Frank-.

- Sí, pero ahora nos ha soltado la historia al completo.

- Sorpréndanos jefe. –Dijo Peter-.

Curry se pasó los siguientes diez minutos exponiendo la última declaración del detenido. La

cara de los detectives era un poema, cuando no estaban atónitos con lo que oían, sonreían y

se miraban con sorna.

- Tiene sentido. – Alegó Peter una vez el jefe hubo acabado-.

- ¿Cómo dices?. – Preguntó Curry, casi fuera de sus casillas-.

- Este tío está como una chota jefe, lo que hay que hacer es encerrarle y que un juez tire la

llave. –Siguió Peter-.

- Precisamente eso es lo que vamos a hacer, así que preparadlo todo para llevarlo a la prisión

del estado.

- Ahora piensa con claridad jefe, -dijo Peter mientras se levantaba de un salto de su silla-.

Curry lo miró de la misma forma que un depredador mira a su presa antes de saltar sobre ella.

Sino fuera por los años que hacia que se conocían, le hubiera dado un mordisco en la

yugular.

Salieron todos de la habitación y se encaminaron hacia la sala principal, donde se

encontraban las mesas de los detectives.

- A ver muchachos –comenzó a decir en voz alta Peter-, vamos a mover al detenido y no va a

ser sencillo, ya que tiene que haber cientos de buitres con cámaras de fotos por todas partes,

así que tiene que ser rápido y limpio.

Todos sonrieron, al recordar uno de los cansinos chistes que Peter ya había reproducido cien

veces por lo menos.

- Lo haremos por los estacionamientos subterráneos. –Continuó-, Harris, tú y Chester esperad

abajo con el motor encendido lo más cerca de la puerta que podáis, los demás haced de

pantalla para evitar a los pajarracos.

Cuando todos se pusieron en marcha, Frank le miró y le dijo.

- ¿Todo esto te gusta, verdad?

Peter le cogió por los hombros y le dijo sonriendo como un niño emocionado.

- No te puedes imaginar cuanto.

Se dirigieron junto con un veterano agente llamado Albert hacia la sala donde llevaba las

últimas cuarenta y dos horas el detenido.

- Chico, es tu día de suerte te vas de vacaciones a la prisión de condado.- Dijo Peter mientras

abría la puerta.

Se acercó al detenido y lo puso de pie.

- ¿Qué, aún no te han dado tu medalla?. –Preguntó burlándose-.

El detenido había perdido todo el aire de confianza que tubo durante los primeros

interrogatorios, le miró y luego volvió a mirar al frente.

- Bien en marcha chicos. –Gritó Peter-.

- Perdona por lo de chico dijo sonriendo a Albert. –El cual le devolvió la sonrisa moviendo la

cabeza -.

Salieron de la sala y se encaminaron hacia el sótano del edificio donde se encontraban los

aparcamientos subterráneos. Comenzaron a bajar escaleras y Peter sintió como el cuerpo del

detenido al que llevaba sujeto por un brazo se tensaba.

Le faltaron unas décimas de segundo para procesar lo que pasaba, lo suficiente para que el

detenido se volviera hacia él y le golpeara con la rodilla en sus partes.

- ¿Qué, ya no se ríe tanto?. –Preguntó irónicamente el detenido.

- Será hijo de puta. – Espetó Peter mientras se abalanzaba sobre él-.

-Tranquilo tío. – Dijo Frank sujetando a Peter-.

Peter se encontraba en cuclillas dando pequeños rebotes para aplacar el dolor.

- ¿Quieres que ocupe tu lugar?.- Le preguntó Albert-.

- Si no es mucha molestia. –Respondió Peter de mala gana-.

Frank cogió al detenido del brazo derecho y Albert del izquierdo, atravesaron la puerta de

acceso a los aparcamientos y se encontraron de pronto con el estruendo y las luces cegadoras.

Allí había por lo menos dos docenas de periodistas, unos con cámaras que producían luces

cegadoras, otros con grandes micrófonos y grabadores.

Todos hablaban a la vez y preguntaban cosas sin cesar.

- ¿Es usted culpable?. – Preguntó uno con una gabardina gris-.

- ¿Es cierto que trabaja para los comunistas?. –Soltó otro con un sombrero azul y más feo que

una mierda-.

- ¿Cómo lo hizo?. –Se atrevió a preguntar alguien-.

El ruido y el desconcierto era máximo, quizás por eso nadie se percató de aquel hombrecillo

de traje oscuro que se acercaba al detenido apartando bruscamente a los periodistas.