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martes, 2 de marzo de 2010

CAPITULO 11

Capitulo 11, nos acercamos al ecuador de la historia...Ya sabes, puedes leerlo online o pinchando aquí para descargarlo en pdf.





CAPITULO 11


Eran las nueve de la mañana del día señalado. Era un día soleado en Dallas, como ya sabia
muy bien Lucy.
Lucy, una chica de no más de veinticinco años, metida en aquel berenjenal sin precedentes.
Pero ya era tarde para pensar ni por un segundo en todo eso, toda la carne estaba en el asador
y tenía que medir sus pasos al milímetro si quería salir airosa y que la misión no corriese
peligro.
Lucy era alta, atractiva de pelo moreno, el cual, llevaba al estilo acorde con los años que
corrían, cosa que no le hacía demasiada gracia, ya que para ella el pelo era algo muy
importante dentro de la imagen de una dama y debido a su interés en la moda y el estilo,
tener que llevar ese corte le producía un profundo ardor en las tripas.
Dejó de torturarse por ello cuando oyó el pitido del reloj de pulsera que llevaba, otra
horterada más pensó, mientras pulsaba el botón superior derecho que el reloj tenía en uno de
los laterales.
Era la hora, había ensayado demasiadas veces aquella situación para ponerse nerviosa, así
que se colocó las tetas de forma que su escote se convirtió en una trampa para cualquier tío y
se encaminó hacia el interior de la comisaría.
Atravesó la calle con paso firme y sensual mirando a un lado y a otro, llegó al pequeño jardín
que tenía la comisaría en la puerta de la entrada y se encaminó por el caminito de baldosa que
separaba el césped.
Había varios ancianos y algún abogado que otro sentados en los bancos que copaban el
jardín, algunos como los ancianos, estaban esperando a que pasase la mañana, otros, como
los abogados simplemente estaban esperando a que soltasen a algún delincuente de alto o
bajo stand , para poder cobrar sus honorarios, o no. Lo que estuvo claro fue que para ningún
hombre de los que allí estaban sentados Lucy pasó desapercibida, claro que en ningún
momento la elección de su atuendo era para pasar desapercibida. Llevaba un traje de falda
por las rodillas y chaqueta de un rojo intenso y ajustado, que dejaba ver en gran medida parte
de su escote, era la trampa perfecta como había demostrado con los tipos que había sentados
en el jardín.
Atravesó el caminito al completo y se encontró con la gran puerta de cristal que daba acceso
a la comisaría y a través de la cual se podía ver el gran hall del edificio. Cuando estuvo lo
suficientemente cerca de la puerta un guardia salió a su encuentro desde una especie de garita
que se encontraba a la izquierda y que alguien que no conociera el sitio, jamás se imaginaria
que estaba y menos que hubiera un guardia allí.
Lucy, ya sabía que el guardia Ted, saldría a su encuentro, le preguntaría que deseaba y que la
haría identificarse. Lo vio acercarse con el rabillo del ojo ya que su intención era entrar como
si nada dentro del edificio y hacerse la sorprendida cuando Ted la interceptara.
- Un momento señorita. –Advirtió Ted acercándose a ella-.
Lucy no pudo reprimir una sonrisa burlona ante la situación, se hizo la sorprendida al ver al
guardia, Ted se detuvo a su lado y continuó.
- Buenos días, ¿Qué deseaba?.
- Hola, buenos días, -respondió Lucy-. Venía a ver al comisario.
- ¿Me puede mostrar su documentación?
- Ohh claro, como no. –Respondió Lucy como si no se lo esperara-.
Metió la mano en su bolso de piel a juego con el traje y empezó a rebuscar en el interior.
Notó como apartaba el neceser con pinturas, algo imprescindible para Lucy en cualquier
misión, también apartó la pistola con silenciador, también muy importante para las misiones,
le habían dicho. Movió la mano por el bolso hasta el apartado bolsillo interior del cual sacó la
documentación no sin problemas, ya que la cartera que le habían facilitado era casi de la
misma medida que el bolsillo y estaba prácticamente encajada.
Una vez hubo sacado la cartera miró a Ted y se dio cuenta de que probablemente había
tardado demasiado en hacerlo, ya que el guardia había dado un paso hacia atrás, sin duda
para emprender alguna acción contra su bolso. Lucy sonrió un poco y le enseñó la cartera.
Ted estiró la mano y cogió el objeto de cuero negro, se lo acercó sin dejar de mirar a los ojos
a Lucy y una vez lo tubo cerca lo abrió y lo miró.
Los ojos de Ted parecieron abrirse más de la cuenta unas décimas de segundo cuando vio lo
que había en el interior, dejó de mirar la cartera, miró a Lucy a la cara, volvió a mirar la
cartera, la cerró y se la devolvió a Lucy, en lo que pareció una pequeñísima reverencia. Y es
que un simple guardia no todos los días veía una acreditación de la CIA de grado A.
- Esta bien señorita, -volvió a decir Ted como si la hubiese defraudado-, pase y pregunte por
el señor Curry en el mostrador que se encuentra el hall, esto solo es un pequeño control
rutinario.
- Esta bien, muchas gracias. –Le dijo Lucy mientras se volvía a guardar la cartera en el bolso-
.
Aunque esta vez no la guardó en el bolsillo interior, ya que sabía que tendría que sacarla en
más de esa ocasión. Se encaminó hacia el interior después de abrir la puerta, que pesaba
demasiado. Por un momento pensó que Ted debía de ser gay, ya que en ningún momento le
había mirado el escote y ni siquiera le había abierto la puerta. Ojala sea el único que haya
hoy por aquí, pensó.
Estaba caminando por el hall y se dio cuenta de que casi todos los presentes se volvieron
hacia ella cuando la puerta sonó al cerrarse, algunos después de mirarla unos segundos
volvieron a su trabajo, otros seguían mirándola mientras se aproximaba al mostrador que
había a un lado.
La comisaría era un edificio muy bonito y el interior no lo era menos, el suelo era gris y
estaba tan resplandeciente como el primer día, tenía el techo muy alto y se accedía al piso
superior a través de una gran escalera, quizás demasiado ancha se dijo Lucy. En el piso
superior se podían ver unas grandes cristaleras que daban buena luz a la vez que daban una
sensación de amplitud muy grande al hall.
Lucy llegó al mostrador que era de madera marrón clara y tras el cual se encontraban dos
agentes sin gorra, tenían una de esas grandes maquinas que usaban los operadores de
teléfonos de la época y muchos papeles sobre las diminutas mesas que el poco espacio
existente tras el mostrador les permitía tener. Uno de los agentes, el que se encontraba
enfrente de Lucy levantó la cabeza de sus papeles y la miró.
- ¿Si?, ¿Qué desea?. –Le preguntó el agente-.
Era un chaval joven, casi de su edad, se movía con bastante soltura en su puesto, pudo
apreciar Lucy. El joven agente tenía el pelo castaño y muy bien repeinado como todos los
hombres del lugar, no era gran cosa, quizás por eso desempeñaba aquel trabajo en lugar de
estar patrullando las calles, pensó Lucy.
- Vengo a ver al comisario jefe. –Le respondió Lucy-.
- ¿Tiene usted una cita señorita?. –Volvió a preguntar el agente-.
Lucy estaba mirando al otro agente que se encontraba tras el mostrador, estaba frente al gran
panel de la máquina de operador de teléfonos y no paraba de cambiar cables de un sitio a
otro, parecía que lo hacía casi automáticamente, la verdad es que era poético y se imaginó
una suave musiquita que acompañaba a aquel movimiento. Por un momento se vio de nuevo
componiendo algo y una sonrisa le inundó la cara, pero lo más seguro es que aquella vida
nunca volviera así que volvió a la realidad tan de golpe que hasta le dolió.
- ¿Señorita?, ¿tiene usted una cita?. –Recalcó el agente-.
Lucy salió completamente de su empanamiento y se dio cuenta que reacciones como esa
podrían dar al traste con la misión, así que se recompuso y en el tono más firme que le salió
le dijo al agente.
- No tengo cita y creo que no la voy a necesitar. –Le respondió Lucy poniendo una cara
acorde al tono de su voz-.

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