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sábado, 27 de febrero de 2010

Capitulo 10

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CAPITULO 10


Estaba amaneciendo, la luz empezaba a entrar por los sucios ventanales del almacén. En el
interior, alrededor de una mesa se encontraban los dos individuos, a oscuras, solo les
alumbraba una tenue luz amarillenta que despedía una pequeña lámpara que había en el
centro de la mesa.
Paul, el tipo con el extraño traje negro y una especie de sotana, se encontraba de frente a los
ventanales y estaba viendo como el sol despertaba y teñía el almacén de luz, aunque esto no
mejoraba para nada su aspecto. Tubo que coger aquel antro apartado de la mano de dios, no
podía permitirse que alguien los viera y mandar al carajo la misión.
Tenia poco tiempo para convencer a Harvey y prepararlo todo, era una situación para nada
controlable, a pesar del infinito control con el que se había llevado el seguimiento del
individuo, pero ahora, era la hora de la verdad, nada podía fallar ya se había desencadenado
“el incidente”.
Paul, miró su reloj una vez más y siguió explicándole el plan a Harvey.
- Bien, te necesitamos a ti, porque trabajas en el almacén de libros y es desde allí donde voy a
disparar al presidente.
- Un momento, -interrumpió Harvey-. Pero la comitiva presidencial no va a pasar por la calle
Elm, ni por delante del almacén. Llevan toda la semana diciendo el recorrido en la tele irá
por Main creo.
- Eso no es un problema, -respondió Paul-. Te garantizo que pasaran por allí.
- Además, ¿Por qué yo?, hay más empleados en ese almacén.
Paul no contestó. Se puso de pie y siguió diciendo.
- Mira Harvey solo necesito que me ayudes a entrar en el edificio, después, te daremos un
billete a donde tu quieras y un millón de dólares para que empieces de nuevo.
- No se, no se. –Estaba diciendo Harvey mientras se echaba el pelo hacia atrás-.
Los dos hombres se quedaron en silencio un momento, Harvey se quedó mirando a la luz del
sol que entraba por los sucios ventanales. Pensó en su familia, en los felices días que había
pasado en Rusia, en su asqueroso trabajo en el almacén y en los trabajillos que tenia que
hacer para Ruby, para poder llegar a fin de mes.
De repente se acordó, Ruby, las bolsas que tenia que entregar. Se puso de pie como si tuviera
un resorte. ¿Seguirían las bolsas en el coche?, ¿Dónde estaba el coche?, la cabeza empezó a
funcionarle demasiado rápido, sabía que si no entregaba aquellas bolsas la cosa se iba a poner
muy fea con Ruby.
- Lo siento pero tengo que irme, -dijo Harvey con pánico-. He de trabajar.
- Te recuerdo que no eres mi invitado. –Le recordó Paul-. Además, si es por las bolsas de
Ruby, tienes razón en cuanto te pille estas muerto. ¿Te das cuenta, que si haces esto por mi,
ya nada importaría?, que le den a Ruby.
- No lo entiendes, esa gente es peligrosa. – Contestó Harvey-.
- Créeme, no tanto como yo. – Le dijo Paul mirándolo muy fijamente con una sonrisa-.
Harvey se encontraba entre la espada y la pared, si decía que si a la propuesta de Paul y todo
salía bien, podría empezar una nueva vida y además sería muy rico, por otro lado si decía que
no, lo más seguro es que Paul le matara y tirara su cuerpo al mar o en el mejor de los casos
Ruby le encontrara y solo le disparara unas docenas de veces, reflexionó un poco y pensó que
sería mejor vivir como un héroe rico, que debajo del mar.
- ¿Estas completamente seguro que ese tipo es un doble?. –Preguntó buscando la confidencia
de Paul-.
- ¿Crees que arriesgaría mi carrera y posiblemente mi vida para matar al presidente de los
estados unidos?.- Respondió Paul con un tono amistoso-.
- Supongo que no. -Dijo Harvey con cierto alivio-. Pero aún así, tendría que pensármelo.
Se quedó expectante para ver como le sentaría esa respuesta al tipo de la sotana. Pasó un
ratito, posiblemente uno de los peores de su vida, ya que de la reacción de Paul podría
depender su vida.

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