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martes, 9 de marzo de 2010

CAPITULO 12 y 13

Bueno, pues despues del parón obligado del viernes, aqui van los dos capitulos prometidos, asi que si quereis saber quien es Lucy no os lo podeis perder.

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 CAPITULO 12

- ¿Perdone? ¿Cómo dice?, -empezó a decir el agente, que claramente se sintió herido en su
orgullo por el desprecio de Lucy- mire, aquí todo el mundo que quiere hablar con el
comisario debe pedir una cita y esta debe ser aprobada así que, usted no va a ser menos.
Lucy metió la mano en el bolso y de nuevo sacó la cartera, la abrió y se la mostró al agente
sin dejarla en el mostrador.
La cara del agente cambió hasta de color cuando vio la identificación, volviéndose de un rojo
más intenso que el vestido de Lucy.
- ¿Segunda planta?. –Preguntó Lucy señalando hacia las escaleras-.
El joven agente se limitó a asentir con la cabeza, mientras hacía todo lo posible por que se le
viera lo más sereno posible.
- ¿Si quiere puedo decirle que esta usted aquí?. –Preguntó el agente-.
- Eso no será necesario. –Le respondió Lucy mientras metía su identificación en el bolso y se
daba la vuelta-.
Lucy se encaminó hacia las escaleras que llevaban al despacho del comisario Curry.
El joven agente se giró hacia el operador de teléfonos para decirle quien era Lucy, pero este
ya había dejado de mover cables y le estaba mirando.
- Madre mía, que pedazo de tía, menudo par de tetas.-Le dijo el operador-, casi me dejo los
ojos mirándola de reojo.
- Era de la CIA. –Le respondió el agente-.
- Pues yo le dejaría que me interrogara a fondo. –Volvió a decir el operador con una risita de
pajillero-.
Lucy había sido una chica muy popular en su instituto, cosa que era fácil si no pertenecías al
club de ajedrez, sacó buenas notas en todo, lo que le aseguró una buena plaza en la
universidad, donde estudió física y música. Esto no era lo más normal en una chica tan
imponente como Lucy, pero su mente era igual de brillante y bien proporcionada que su
cuerpo. A pesar de su cara angelical, Lucy era todo un carácter y los que la conocían sabían
donde tenía sus límites y no era demasiado lejos.
Más de una vez le propusieron hacer carrera como modelo, pero ese no era el estilo de Lucy,
aunque tenía una pasión casi enfermiza con la ropa y el estilo, no soportaba ese mundillo de
hipócritas y tíos que querían meterse en su cama. Los habría dejado, pero no eran gran cosa.
Aún no sabia como se había involucrado en todo aquello, a pesar de que intentaba no
pensarlo, cada cierto tiempo llegaba a su mente la primera vez que tuvo que cambiar su vida
para el bien de los demás y casi siempre al regresar de alguna misión si le ocurría algo malo
pensaba si valdría la pena dejarlo de una vez.
Se encaminó escaleras arriba, los agentes que bajaban se hacían a un lado y la miraban
saludándola con una sonrisa de estúpido neandertal. Llegó a la parte de arriba, miró hacia
todos los lados en busca de la oficina de Curry pero no la localizaba, se dirigió a la derecha y
preguntó a un agente que pasaba por allí.
- Disculpe, ¿el despacho del comisario?.
- Si, siga por este pasillo y es la puerta del frente. –Le respondió-.
Lucy notó la sensación que causaba en los hombres, los cuales siempre estaban dispuestos a
colaborar con ella por esa ilusión de que se habían ganado su afecto y tenían más
posibilidades de llevársela a donde quisieran. Pobres idiotas, pensó Lucy.
Recorrió el pasillo y llamó a la puerta donde decía Jesse Curry Comisario Jefe.
- Adelante. –Se oyó desde el otro lado-.
Lucy abrió la puerta y vio a Curry hablando por teléfono agitando los brazos y con las
mangas de la camisa remangadas hasta los codos. Joder, pensó Lucy son solo las nueve y
diez de la mañana y ya anda así de estresado, decidió que nunca sería comisaría jefa. Entró
en el despacho, que estaba repleto de pelotas de béisbol en pequeñas vitrinas de plástico y
algún que otro trofeo también de béisbol, los reconoció por el pequeño bateador bañado en
metal que tenían en la parte superior.
Curry seguía hablando por teléfono y le hizo unas señas con la mano para que se sentase y
esperase un momento.
- Me cagon todo Marshal, -estaba diciendo Curry a su interlocutor- tenemos las calles de la
ciudad llenas de agentes, la comisaría bajo mínimos, ¿sabes que esta mañana podría entrar
aquí tu hijo con una pipa de plástico y liarla? ¿Y encima tú me pides otras dos patrullas para
el aeropuerto?.
Se quedó esperando la respuesta de Marshal y cuando la hubo obtenido dijo.
- Genial, ¿y de eso no se puede encargar el servicio secreto?.
Por la reacción de Curry la respuesta debió ser , no.
- Bien, pero como haya un simple atraco en cualquier parte de la ciudad y no se presente allí
ni un puto agente, tú se lo vas a explicar a esos buitres con cámaras. –Dijo Curry y colgó el
teléfono-.
- ¿Si?, -dijo Curry dirigiéndose a Lucy apenas hubo colgado-.
- Buenas señor Curry, me llamo Lucy Estrada. Me gustaría hablarle de algo.
- Mire señorita, hoy es un día de locos, así que si su cliente ha hecho lo que se supone que
haya hecho se va a pasar dos días en chirona hasta que todo esto se calme. –Interrumpió
Curry-.
- Me temo que ese no es el caso. –Siguió Lucy-.
Sacó nuevamente la identificación del bolso y se la mostró a Curry, este la cogió sin mirarla,
ya que le estaba mirando el escote. Bien, has picado pensó Lucy, sabiendo que su trabajo se
había vuelto mucho más fácil que hacía un minuto.
- Vaya, la CIA, -dijo Curry- supongo que solo faltaban ustedes para joderme el día, mire el
FBI y el servicio secreto me han robado todos los agentes disponibles así que ya me dirá que
puedo hacer por “la agencia”.
- Tranquilo, es mucho peor de lo que se imagina. –Le dijo Lucy a la vez que recogía su
cartera y la devolvía al bolso.
A Curry le iba a reventar la ulcera si o si. Abrió el cajón de arriba de su escritorio, apartó una
pelota de béisbol y sacó unas pastillas, abrió el frasco y se tomó un par a palo seco, sin agua
ni whisky.
- ¿Me está pidiendo que cambie el recorrido de la comitiva presidencial a solo tres horas del
paseo?. –Gritó sorprendido Curry-.
- Así es, pero solo una cosa, -estaba diciendo Lucy- no se lo estoy pidiendo, se lo estoy
ordenando.
Curry estaba flipando, una tía, de la CIA se había metido en su despacho y le estaba
ordenando que reorganizase una ruta que habían confeccionado durante dos semanas en solo
unas horas. Notó como la úlcera le apretaba aún más hasta casi dejarlo sin respiración
mientras le duraba el ardor.
¿Qué podía hacer?, por mucho que le jodiera recibir ordenes de una mujer, que encima usaba
aquel tono prepotente, la tía esa era una agente de la CIA y además del más alto rango. En fin
ya le habían jodido todas las agencias gubernamentales de estados unidos, pensó.
- Bien, tendré que informar al FBI, al servicio secreto y a las patrullas que andan por las
calles. –Dijo Curry-. Madre mía que lío, ahora habrá que cortar otras calles.
- Lo dejo en sus manos señor Curry, yo hablaré con el FBI y el servicio secreto, si le parece
bien.
¿Si me parece bien?, pensó Curry aliviado, me parece genial, menudo peso me ha quitado de
encima, a ver como le explicaba a esos estirados todos los cambios sin que cundiera el pánico
y se lo comiesen a preguntas.
- ¿Dónde han montado el chiringuito?. –Preguntó Lucy, refiriéndose a donde se habían
instalado-.
- En el siguiente pasillo, la última puerta. –Respondió Curry-.
- Muchas gracias por su colaboración. –Dijo Lucy mientras abandonaba el despacho-.
Una vez fuera, respiró aliviada, aunque esta reacción fue casi inapreciable para los que
merodeaban por allí. Se encaminó hacia el siguiente pasillo con una gran y renovada
confianza, en realidad ahora era cuando iba a tener que dar lo mejor de sí, Curry había sido
bastante fácil, pero convencer al FBI y al servicio secreto, era harina de otro costal.
Recorrió el pasillo hasta la última puerta, se detuvo delante y leyó el letrero que habían
puesto de forma provisional, Departamento Inter agencias. ¿Qué coño, quería decir aquello?,
pensó. En fin, se colocó de nuevo el escote y entró sin llamar, para demostrarles a quien
hubiera dentro que desde el primer momento estaba por encima de la cortesía y de ellos.
Dentro había cuatro tipos con trajes negros y camisa blanca, parecían sacados de algún tipo
de musical o grupo de jazz. Todos sin excepción se volvieron hacia Lucy y se quedaron
sorprendidos al verla, uno de ellos dirigió su mirada al escote como un maestro de música
dirige su orquesta, los otros tres fueron “más sutiles” y la miraron de abajo hacia arriba hasta
llegar también al escote.
- ¿Si?, ¿Qué desea?. –Preguntó el primero que logró salir de su embrujo-.
¿Qué desea?, se preguntó Lucy, ¿ni siquiera se preguntan porque he irrumpido así en su
despacho?, creo que los he sobrevalorado.
- Verán, -empezó a decir Lucy mientras sacaba la identificación- se trata de una situación de
extrema delicadeza.
Al ver las credenciales, los agentes cambiaron a una postura más acorde y ya todos la
miraban a la cara, de vez en cuando.
Lucy supo que ya eran suyos, así que continuó con lo que estaba diciendo.
- Soy Lucy Estrada, agente especial de la CIA al cargo de la seguridad de todo lo que
concierna a la casa blanca.
- ¿Cómo?. –Interrumpió un agente del servicio secreto-. No se nos ha informado de la
existencia de ese departamento.
- Eso es parte de nuestra labor y parece ser que lo hacemos muy bien. –Contestó Lucy con
tono de que no le había gustado esa interrupción-.
- Bien, -continuó Lucy- ya he informado al comisario jefe de que hay que cambiar el
recorrido de la comitiva presidencial, ya que sospechamos que hay una amenaza plausible de
atentado contra el presidente.
- ¿De que esta hablando?. –Preguntó uno de los agentes del servicio secreto con tono
molesto-. Llevamos días organizando esta visita y no tenemos ningún indicio de atentado.
- Y así debe continuar siendo, -dijo misteriosa Lucy-.
La intervención de Lucy había sido tan fulgurante que los agentes aún estaban descolocados
y de eso se tenía que beneficiar ella.
- La información que voy a compartir con ustedes es, como poco alto secreto y su difusión a
cualquier persona no autorizada fuera de esta sala conllevará un castigo ejemplar, -estaba
diciendo Lucy mientras cerraba la puerta-.
Metió la mano en el bolso y sacó un dossier de color negro, lo puso encima de la mesa, de
manera que todos los agentes tuvieran acceso visual a él, se quedó de pie y comenzó a
explicar lo que decía.
- Hace unos meses, la central de inteligencia descubrió unos mensajes en un control rutinario,
estos mensajes viajaban de Miami a cuba y parecían ser un simple intercambio de
felicitaciones y mensajes familiares entre alguna familia cubana y disidentes del régimen
afincados en estados unidos, así que no se les dio mayor importancia, hasta hace poco más de
dos semanas.
Pasó a la hoja siguiente mientras los agentes estaban intentando vislumbrar algo de la
anterior, pero lo único que se veía claramente era el sello de los documentos oficiales de la
CIA. El águila sobre ese escudo en el cual se encuentra esa especie de estrella con forma de
pincho.
- Uno de los analistas encontró una señal cifrada camuflada dentro del mensaje,
-continuó- no hubo manera de saber lo que decía el mensaje, ya que el código era
demasiado complejo. Así que hubo que actuar rápidamente.
- ¿Si no se descifró el código, como descubrieron todo esto?. –Preguntó uno de los agentes-.
- Digamos que hubo que trabajar a la vieja usanza. –Contestó Lucy con una sonrisa más falsa
que un billete de 30 euros-.
La ambigüedad de la respuesta causó su efecto rápidamente y pudo ver como los agentes se
quedaron inmersos en algún pensamiento de agentes de la CIA torturando, secuestrando o
algo mucho peor, para sacar la información a algún pobre desgraciado.
Lucy dejó unos segundos para que los agentes se montaran su película y continuó.
- Bien como iba diciendo, descubrimos que estos disidentes de Miami, no eran en absoluto
disidentes, sino agentes encubiertos enviados directamente por Castro para montar todo el
operativo necesario para eliminar al presidente. El problema es que los peces gordos habían
volado, así que no tenemos ni una fecha ni un lugar, así que nos limitamos a cambiar a última
hora todas las visitas y apariciones del presidente mientras descubrimos donde va ser el
atentado.
- Pero esta es la primera noticia que tenemos a cerca de esto. –Dijo el agente que no parecía
tan convencido como sus compañeros-.
- Ya, -dijo Lucy, ahora mostrando un poco de condescendencia- la de hoy es nuestra primera
intervención.
Los agentes se quedaron en silencio, sin duda la magnitud de la noticia de Lucy no les dejó
indiferentes, pero a pesar del rango de Lucy y de la historia que les había contado, estos no
parecían estar conformes del todo, al menos el cabronazo que no había parado de
interrumpirla, así que tras dejar pasar unos segundos, se dirigió a la última pagina del dossier,
era una hoja suelta, la cogió y la dejó en la mesa para que los agentes pudieran cogerla.
- Eso es una orden presidencial, que otorga plenos derechos a esta agencia en esta cuestión
hasta que la célula terrorista caiga. –Dijo Lucy una vez soltado el documento-.
El agente cabronazo, fue el primero en cogerla, que raro, pensó Lucy sarcásticamente.
El agente se quedó mirando el documento, lo leyó, se lo pasó a sus colegas y dijo.
- Esta bien, pero en vez de cambiar el recorrido, ¿porque no se suspende?.
- Esa no es una opción, si empezamos a anular los compromisos del presidente, la célula
sospechará y se dispersara, dejándonos sin nada y expuestos a que vuelvan con el tiempo.
- Entonces, ¿Qué debemos hacer?. –Preguntó uno de los agentes-.
- Es muy sencillo, solo alterar significativamente el recorrido por si tienen dispuesto algún
artefacto explosivo o francotirador en el antiguo recorrido y estar con los ojos bien abiertos. –
Respondió Lucy a la vez que soltaba un plano con el nuevo recorrido-.



 Nota del autor: El plano que soltó Lucy en la mesa solo llevaba la línea roja y los nombres
de las calles, el resto ha sido añadido por el autor como orientación.

CAPITULO 13

Harvey estaba esperando a que Paul le disparase, ya que después de decirle que lo tenía que
pensar, Paul se quedó en silencio mirándolo durante un buen rato. Harvey tenía que ver por si
mismo si la situación era tan complicada como parecía o solo era un farol que se estaba
tirando aquel desconocido de gafas naranjas y extraña ropa.
Si pertenece de verdad a alguna entidad gubernamental, lo parece, -estaba pensando Harveyy
ayudarle en lo que decía sin que eso fuera cierto, le convertiría en cómplice de uno de los
mayores atentados de estados unidos.
Paul seguía allí parado, parecía pensativo, al cabo de unos minutos le dijo a Harvey.
- Esta bien, tienes que pensártelo, muy bien, vete a casa y date una ducha, piensa lo que
quieras pero en una hora pasaré a buscarte y espero que estés listo.
Harvey se quedó perplejo ante las palabras de Paul. Cada vez que Paul abría la boca
desconcertaba más a Harvey. En medio de su asombro, Harvey vislumbró una salida a su
situación, este tío no era tan listo al fin y al cabo, ya que le dejaba marchar y esa era la
oportunidad perfecta para escaparse, saldría de la ciudad tan deprisa que en una hora ya
estaría demasiado lejos.
Todo esto hizo que el sentimiento de que Paul le estaba timando se acrecentara, ¿Cómo le iba
a dejar salir de allí sin la esperanza de que le hubiera creído y aceptado ayudarle?, o por otro
lado -pensó amargamente Harvey- le dejaría salir de allí y le dispararía por la espalda en
cuanto se hubiera dado la vuelta. Ya estaba emparanollado del todo.
Justo en el punto que Paul había calculado minuciosamente.
- Coge el número cinco en la Esquina, pasa cada diez minutos. –Le dijo Paul-. Te dejará a
unas dos manzanas de tu casa.
Harvey estaba absorto en sus pensamientos paranoides, pero oyó perfectamente a Paul, así
que se levantó de la silla y se dirigió a la puerta de salida que Paul le estaba señalando con un
gesto con el brazo.
Harvey se puso a caminar y vio que Paul se quedaba inmóvil en la misma posición, notó
como las piernas le flojeaban cuando pasó al lado de Paul y olió su perfume, que era dulce,
algo desconcertante en aquel supuesto tipo duro. Siguió adelante con la esperanza de que
Paul le acompañase hasta la salida, pero eso no ocurrió, se percató que caminaba solo entre la
cada vez más incipiente oscuridad ya que el pequeño foco que se encontraba encima de la
mesa ya quedaba bastante atrás. Fue en ese momento cuando todos los músculos de su
cuerpo se volvieron tan débiles que por un momento pensó que no serian capaces de
sostenerle en pie, por su cabeza solo pasaban impulsos nerviosos sin sentido, esa sensación
de incertidumbre le estaba desconcertando, por un momento se serenó y se imaginó como
Paul estaba desenfundando su arma y le apuntaba por la espalda a la espera de apretar el
gatillo.
Pero, eso no sucedió, ya había llegado a la puerta, se detuvo ante ella unos segundos y
seguidamente giró el picaporte y salió a la calle. Una sensación de euforia se apoderó de él,
se sintió vivo como nunca, pensó que esa sensación era la misma que cuando estas jugando a
la ruleta rusa y la bala le toca a otro, de hecho fue más alivio que euforia.
Paul, esperó a que Harvey se hubiera marchado, cogió el teléfono he hizo una llamada local,
colgó y se dirigió a la salida trasera del almacén que se encontraba detrás de unas estanterías
semivacías.
Estaba fuera, notó el cálido aire de la mañana, miró a su alrededor pero no reconoció donde
estaba, así que hizo caso y se dirigió a la esquina donde se encontraba la parada del autobús.
Una vez allí, esperó unos dos minutos a que llegara el próximo. En la parada había tres
personas más, dos de ellas claramente salían de hacer un turno nocturno en algún almacén
cercano, ya que sus caras somnolientas les delataban a la legua. La tercera era una mujer de
unos cuarenta años y solo parecía esperar el autobús con cara de indiferencia. Cuando llegó
el autobús esperó y subió en último lugar, para ser exactos no es que esperara su turno, es que
los dos tipos nocturnos ya casi estaban arriba antes de que el autobús se detuviera por
completo y la mujer les siguió por pura inercia.
Después de pagar al conductor anduvo por el pasillo y se sentó casi al final del todo, se
quedó mirando por la ventanilla sin pensar en nada.
Tardó unas manzanas en saber donde se encontraba, fue al pasar por delante del restaurante
de pescado de la calle Hatcher, donde tantas veces había ido a cenar. El autobús continuó por
Hatcher hasta la esquina con el boulevard de Malcom X donde giró a la derecha y continuó
hasta el cruce con la calle Pine, giró a la derecha y se dirigió a su parada en la esquina con la
segunda avenida, cuando quedaban unos cientos de metros Harvey miró el reloj que llevaba
el autobús encima de la posición del conductor y vio que había tardado veinte minutos en
hacer el trayecto, intentó rehacer el camino mentalmente para ver si era capaz de averiguar
donde se encontraba el almacén, tras un momento pensando llegó a la conclusión que estaba
cerca del almacén de productos lácteos, cerca de la calle Lamar. Aunque se dio cuenta de que
le habría resultado más fácil si le hubiera preguntado a alguno de los que esperaba el bus con
él.
El autobús se detuvo en la parada, Harvey se bajó y esperó a que el autobús se pusiera de
nuevo en marcha, cruzó la calle y se dirigió hacia su casa, siguió andando por la segunda
avenida pensando en si debía huir o denunciar a Paul, llegó a la conclusión que lo mejor sería
huir y después volver y dar las explicaciones necesarias. Ya estaba delante de la iglesia
internacional de Dallas, siguió caminando mientras miraba el edificio, una vez llegó a la
esquina con la calle Frank, giró a la derecha.
Había recorrido ya un tercio de la calle cuando vio al final de esta que un coche giraba y se
dirigía hacia su posición, algo normal en una calle donde las aceras eran para los peatones y
la calzada para los coches sino fuera porque casi al mismo tiempo otro coche acababa de
girar tras él, Harvey no se había percatado pero el coche que giró tras él, venía siguiéndole
desde que se bajó del autobús hacía unos minutos.
A todo esto, Harvey ya se encontraba por la mitad de la calle cuando se percató de que el
coche que venía de frente se detuvo justo en el puente que había casi al final de calle y que
servía para evitar el cauce seco del río, el coche se quedó allí detenido con las luces puestas y
el motor en marcha. La cabeza de Harvey reaccionó y empezó de nuevo a ver cosas raras por
todos lados, se detuvo y miró hacia detrás, fue en ese momento cuando percibió la presencia
del coche que venía tras él. De nuevo su mente y sus músculos se colapsaron una vez más en
un corto periodo de tiempo, miró hacia delante y hacia detrás unas cuantas veces más, antes
de que su mente diera la orden de empezar a correr, ¿pero a donde?, la calle estaba cerrada
por sus dos extremos.
El coche que le había seguido emitió un rugido, era una clara señal de que estaba acelerando,
Harvey se volvió y lo vio chirriando ruedas antes de empezar a moverse en su dirección, sin
darse cuenta, empezó a correr hacia el otro extremo de la calle donde se encontraba detenido
el otro coche, pese a que Harvey era un excelente corredor, más de una vez le había tocado
fugarse de alguna patrulla de la policía, su condición física era mediocre, siguió corriendo
mientras oía el sonido del coche detrás de él cada vez más cerca. Los pulmones le iban a
estallar pensó, pero de forma irracional siguió corriendo, no sabia exactamente de que huía,
pero la paranoia se había apoderado de él.
Estaba llegando al puente cuando vio que del coche se bajaban tres tipos con sombrero, traje
negro y llevaban algo en las manos. Se imaginó que eran metralletas porque de repente
empezaron a escupir fuego y un ruido ensordecedor estalló en sus oídos, se tiró hacia un lado
de manera casi automática, y calló detrás de unos cubos de basura, mientras estaba en el
suelo escuchaba los silbidos de las balas surcando el aire, notó algo en las piernas,
claramente se había meado encima.
El coche que lo venía siguiendo se detuvo a su altura, las metralletas se callaron, del coche
salió un tipo bajito y con un traje también negro, Harvey lo reconoció enseguida, llevaba
demasiado tiempo conociéndole como para no hacerlo, era Jack Ruby.
Perfecto, -pensó Harvey- al final será Ruby el que acabe conmigo.
Ruby, se detuvo a unos pasos de Harvey, que aún se encontraba en el suelo sobre la basura a
un lado de la cera. Se metió la mano en el interior de la chaqueta y sacó su revolver, aquel
con el que Harvey le había visto acabar con soplones varios, mentirosos o simplemente algún
borracho que se había pasado de la raya.
- Maldita escoria, ¿Acaso creías que podrías robarme y salir de rositas?.
Harvey cerró los ojos esperando el balazo, por segunda vez en menos de una hora estaba en
la misma situación, creyó que podría llegar a acostumbrarse.
Ahí estaba Ruby, a punto de disparar a Harvey y tan inmersos en la situación que ninguno de
los allí presentes se había percatado del coche que venía a toda velocidad hacia ellos.
El coche de Paul, envistió por detrás a el coche que estaba al lado de Ruby enviándolo a
varios metros de distancia como si se tratara de un títere, Harvey alcanzó a ver como el
cuello del hombre que aún permanecía dentro al volante tomaba una extraña forma hacia
detrás antes de que el coche empezara a moverse. Ruby se encogió de hombros ante el
sobresalto y pareció agacharse un poco, se quedó mirando su coche una vez se había detenido
sobre la acera de enfrente.
Harvey estaba aún paralizado contemplando la escena desde su privilegiada posición encima
de la mugre. Vio que del coche que había envestido al de Ruby salió Paul que se acercó por
detrás a Ruby con gran rapidez y agilidad, le lanzó un tremendo golpe con la derecha antes
de que Ruby ni siquiera intuyera su presencia. Ruby cayó al suelo como un trapo.
-¿A que esperas?. –Le gritó Paul a Harvey-. Sube al puto coche.
Harvey reaccionó al instante y salió disparado hacia el asiento del copiloto del coche de Paul,
cerró la puerta de un portazo y se quedó mirando a Ruby que se estaba levantando del suelo a
duras penas.
Paul pisó a fondo el acelerador mientras decía con tono alegre.
- Joder, si que son duros estos coches, aún sigue andando.
El coche siguió hacia delante unos metros, Harvey vio como los hombres que se encontraban
encima del puente, subieron a su coche, claramente iban a seguirles. Paul, hizo unas
maniobras con el volante y el acelerador y su coche hizo un trompo perfecto en medio de la
calle, pisó a fondo y se dispuso a abandonar la calle Frank por donde había venido.
Harvey miró hacia atrás y vio que el coche que les seguía se detuvo a recoger a Ruby.
Paul, giró a la derecha en la Segunda Avenida sin hacer el stop que ordenaba la señal de la
esquina, el coche tomó el ángulo subvirando fuertemente, pero Paul lo enderezó de inmediato
y continuó a gran velocidad, todo había sido tan rápido que Harvey ni siquiera oyó su propio
grito.
Siguieron por la Segunda Avenida a toda velocidad hasta el campo de futbol de la escuela
femenina de Lerma Rangel. Una vez estaban a la altura de las treinta yardas, Paul giró
bruscamente el volante y atravesaron la valla metálica que delimitaba el perímetro del campo
y se metieron en el recinto, atravesaron la pista de atletismo y luego el césped, salieron por el
otro margen, reventaron la valla por el extremo opuesto y salieron al boulevard Robert .B
Cullum en la dirección en la que habían venido. El coche que los seguía hizo la misma
maniobra, pero perdió tiempo al realizarla y se alejaron considerablemente. Paul siguió
conduciendo hasta el cruce con la Avenida Metropolitan, giró a la derecha y siguió saltando
literalmente las vías del tren, giró de nuevo en Meadow, esta vez a la izquierda.
Con unos cuantos giros Paul ya había perdido la pista de Ruby y sus secuaces, pero continuó
conduciendo un rato más callejeando por la ciudad.
- Creo que los hemos perdido. –Dijo Paul-.
- Como para no hacerlo. –Respondió Harvey-. Tío estas loco, no nos hemos matado de
milagro.
- De nada por salvarte el culo. –Le dijo Paul sin dejar de mirar a la carretera-.
Harvey se quedó callado pensando que eso mismo era lo que acababa de ocurrir, había
dudado de Paul y él le había salvado el pellejo, se sintió un poco miserable.
Paul, esperó a un cruce con buena visibilidad, redujo la marcha de forma natural, de manera
imperceptible y distinguió a lo lejos acercarse un coche por la calle perpendicular, calculó el
tiempo y la velocidad y salió de la calle sin frenar de manera que el coche que venía les
embistió. El golpe fue algo más duro de lo que Paul hubo previsto. Paul estaba prevenido del
golpe, de manera que se agarró fuertemente al volante durante el impacto y el daño fue
mínimo. Harvey por el contrario, aunque estaba tenso y se agarraba a la puerta de su lado
como si fuera lo último que iba a hacer no vio al coche acercarse, así que el choque le envió
con fuerza hacia el lado de Paul, con la inercia del golpe, la cabeza de Harvey volvió
bruscamente a su sitio de nuevo y se golpeó con la ventanilla de su lado, produciéndose un
corte en la parte derecha de la frente.
- Maldita sea, -estaba diciendo Paul- me cago en todo.
- ¿Qué ha pasado?. –Preguntó Harvey claramente conmocionado-.
- Vamos hay que largarse de aquí, antes de que nos encuentre tu amigo Ruby. –Sugirió Paul
tras varios intentos fallidos para poner el motor en marcha, (menos mal), –pensó-,
Para cuando Harvey hubo salido del coche, Paul ya se encontraba a varios metros mirando en
todas direcciones, Harvey se le acercó a duras penas y se marcharon entre los insultos que les
estaba proliferando el magullado conductor del otro coche.

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